domingo, 31 de mayo de 2015

Peregrinación y Vigilia por la beatificación de Mons. Romero

Por Roberto López-Geissmann h.

Con grandes expectativas de adentrarme en las experiencias y sentir de multitud de personas que estaban por dar inicio a la celebración de la beatificación de Mons. Óscar Arnulfo Romero, me encontraba a las 5 de la tarde del viernes 22 del mes presente, aun en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, terminando de preparar mi guía de preguntas para las entrevistas que tenía previsto realizar en estos eventos celebrativos.

Un cielo gris y una brisa húmeda me avisaban que debía darme prisa para unirme a la Peregrinación que en ese momento tenía que estar saliendo desde la Catedral capitalina. Pero las nubes no se mostraron pacientes y apenas me dieron tiempo para caminar menos de dos cuadras y guarecerme en la fachada del Pollo Criollo de la Calle Arce  antes de que derramaran copiosas lágrimas pluviales. ¿De tristeza? ¿De alegría? Cada quien sabrá responder. Lo cierto es que la lluvia prolongada no fue obstáculo para miles de salvadoreños y decenas de extranjeros que se unían para honrar la figura del Arzobispo asesinado hace más de 30 años.
Ante el posible capricho de la lluvia en eternizarse, y que se lograba ver grupos de personas en dirección al recorrido procesional, me decidí a recibir las inclemencias del tiempo que mi paraguas no pudiera detener y me uní a los peregrinos.
Efectivamente, a las 5: 38 pm, ya con lluvia menguante, había un nutrido grupo de personas de todas las edades, con pocos automóviles en caravana y con presencia policial, recorriendo la Calle Ruben Darío. Varios coreaban con entusiasmo: "¡Se ve se siente, Romero está presente!", o también: "¡Qué viva Mons. Romero! ¡Que viva!".
Como resulta común en diferentes contextos religiosos, se pudo apreciar una conjunción de elementos de corte estrictamente religioso junto con otros seculares o profanos. Porque si por un lado, el motivo de celebración era un hecho religioso (beatificación) de una figura pública religiosa (el Arzobispo Mons. Romero), y para ello se hacia acopio de velas, cantos, monaguillos, presencia de sacerdotes, etc., sin embargo, paralelamente, se daba el correlato comercial (multiplicación de puestos de venta de comida, de souvenirs) y un ritmo de recorrido que cuya celeridad no condice con las formas más pausadas y solemnes de una religiosidad de corte tradicional. Entiéndase, por otra parte, que el mal tiempo ciertamente no ayudaba a una marcha más parsimoniosa. Pero es que además, salvo algunos grupos liderados por sacerdotes con cruz procesional y acolitado, la procesión en realidad no estaba organizada de forma unívoca, con rezos y discursos públicos de largo alcance, sino que se constituyó por una mezcla de distintos grupos parroquiales, de comunidades y público en general que se fue sumando.








Cada evento, hecho y persona es capaz de producir una serie de observaciones, reflexiones, aprehensiones y desaprehensiones por parte del sujeto que les percibe. Se privilegian algunos rasgos y detalles, para obviar, ocultar o desdeñar otros. En el caso de Mons. Romero, sus simpatizantes sin duda seleccionaron frases, mensajes suyos con los que se identifican y que a través de soportes materiales como camisetas, pancartas, carteles, afiches, globos, entre otros, se expresaban reflejando en ellos, no solo el pensamiento del prelado, sino las identificaciones o adhesiones de aquellos que se vieron provocados, apelados por sus palabras y acciones.  



 
A las 6:20 pm los que encabezaban la procesión llegaban a su destino: el escenario donde se desarrollaría la Vigilia, ubicado antes de la pasarela de centro comercial La Campana, en la Alameda Roosevelt. Todavía veinticinco minutos después seguía viniendo gente que formaba parte del cuerpo procesional. Nuevas incorporaciones se añadirían de forma continua. Alrededor de las 7:30 pm, emergieron grupos pasando por la Avenida Francisco Gavidia. Desde el escenario hasta el Wendy´s aledaño, estaba repleto de personas y un poco más disperso, entre esta hamburguesería y el Edificio de MAPFRE La Centroamericana, siempre sobre la Alameda Roosevelt. Muchos se vieron en la obligación de acomodarse en los locales comerciales de los alrededores.

A las 7:48 pm. se inició la misa presidida por el  hondureño Card. Rodríguez Maradiaga, participando en ella con obispos de diferentes países como Ecuador, Australia y Estados Unidos. En el canto de entrada, se escuchaba parte de la letra que dejaba entrever su connotación: "Vos sos el Dios de los pobres". Un vocativo infomal, una forma de dirigirse a una persona con familiaridad y cercanía en la usanza de varios de nuestros contextos latinoamericanos con el "voseo". Un señalamiento que destaca la centralidad del pobre como objeto particular de la preocupación de Dios y la "opción preferencial" que les debe otorgar la Iglesia, son ideas que explícita e implicitamente surgían en este y otros cantos, dentro y fuera de la liturgia. Detalles que en su conjunto se inscribían en un ambiente de corte marcadamente popular y festivo.
En la homilía, el Cardenal exhortó a tener conciencia de que la Iglesia es una "Iglesia en marcha" y que debía dejarse atrás tiempos de oposición y rencor. Luego de hacer una semblanza biográfica sobre Mons. Romero, principalmente de su años como sacerdote y obispo, Rodríguez realzó que Romero murió martirialmente porque en su opinión " su sangre fue derramada por odio a la fe" y que había que "dar gracias a Dios que dio a la Iglesia de El Salvador y del mundo, un mártir".
Retrayendo parte de la historia de El Salvador, habló de que existen leyes injustas y que frente a ellas, hay que tomar la actitud del apostol S. Pedro ante el Sanedrín, que le quería prohibir a él y al resto de los apóstoles y discípulos, predicar sobre Jesucristo: "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres". Como mensaje de animación, recalcó a los asistentes que a Romero "lo mataron, pero está vivo". Comentó que "muchos han querido borrar la memoria de Mons. Rivera Damas -arzobispo que sucedió a Mons. Romero en la sede de San Salvador- que dijo "Hay que esperar la hora de Dios", refiriéndose a la  elevación a los altares del prelado asesinado.
Una curiosidad durante la homilia fue que el cardenal criticara como un error pensar que Juan Pablo II no quería a Mons. Romero. Dijo que en una visita que hiciera a Roma, el mismo Juan Pablo II le confió que Romero era un mártir que murió en el momento más sagrado para un sacerdote: en la celebración de la santa misa. No puedo dejar de pensar en intenciones evidentes de Rodríguez de buscar congraciar la figura de dos grandes personajes muy estimados por decenas de miles de salvadoreños. Y tratar de "hermanarlos" e identificarlos en cierto sentido, es una buena "publicidad" para Mons. Romero y Juan Pablo II como "productos" comercializados por  sectores ahora con mayores cuotas de poder en el aparato eclesiástico oficial católico, tales como el llamado modernismo y la teología de la liberación. No fueron a mi juicio palabras de relleno, sino parte breve pero importante del discurso, porque desde sectores de las derechas conservadoras, es lugar común hablar de cierto criticismo como mínimo, por no decir oposición, de Juan Pablo II para con Mons. Romero, por su relación con el gobierno salvadoreño de turno y con una emergente corriente eclesial que se autodenominaba "Iglesia popular", de carácter liberacionista, muy crítica a la oficialidad católica y activa en comunidades eclesiales de base, movimientos sociales, catequistas y algunos sacerdotes a finales de los 70's y durante todo el conflicto armado salvadoreño.
La homilía finalizó con un llamado al cese de la violencia en El Salvador y con una invitación a pedir alguna gracia o milagro por la intercesión de Mons. Romero, para poderle canonizar pronto.

Posteriormente a la misa, se dio lectura a una Carta de Caritas Internacional y a una serie de actos organizados por diferentes congregaciones católicas, como la franciscana y la Compañia de Jesús, entre otras. Como la lluvia se iba y venía, muchos se dispersaron, algunos adentrándose a los establecimientos de comida y otros en lugares que les dieran  resguardo del agua pluvial. El ambiente que se encontraba en las calles era una mezcla de celebración, participación y animosidad, junto con el de cansancio en algunos de los concurrentes, por el recorrido, la lluvia y los implementos  que cargaban. Mientras unos prestaban atención a los actos, y participaban de los cantos, aplausos y de su dinámica interactiva en general,  otros chateaban en su celular, departían comiendo o platicaban en pequeños grupos de amigos u organizados por representación de comunidades y parroquias. 
Comentarios alusivos al evento, lugares comunes y hasta palabras bromistas como el de un franciscano que dijo: "Bueno, parece que Dios está boicoteando a Monseñor", aludiendo a la lluvia, pululaban en todas partes. No faltó incluso la estampa de un peregrino que se puso a leer "Sinsajo", recostado sobre unas gradas. 
"Vale la pena estar aquí, a pesar de la tormenta", decía emocionada una joven comunicadora social, mientras platicaba con su padre y un religioso amigo. "¡Este evento no va a repetirse!", exclamaba un vendedor de refrescos.


El estacionamiento de la hamburguesería Wendy's fue ocupado por decenas de concurrentes como albergue. Lo convirtieron en escenario de actividades espontáneas, como las que realizaron un grupo juvenil carmelitano del proyecto virtual Radio Titus, enfocado en la transmisión de valores y entretenimiento para la juventud. Según uno de los muchachos de la Radio, Noé Barrera, Radio Titus fue una idea que surgió luego de la visita de algunos chicos salvadoreños a la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, en 2013. Como puede verse en su sito web, se inspiran en Titus Brandsma, católico germano que murió en un campo de concentración durante la II Guerra Mundial y cuyo lema: "No responder con odio, sino con amor", puede retomarse como mensaje para nuestro contexto social cargado de violencia.

 Adolescentes junto a algunos frailes carmelitas formaron una rueda y se pusieron a cantar canciones  de contenido crítico social como "No basta rezar" de Los Guaraguaos o religioso juvenil como "El granito de mostaza". Mientras cantaban, también iban bailando rítmicamente con coreografías sencillas, de las que los frailes igualmente se hicieron partícipes. Nuevamente, se evidenciaba la mezcla de elementos sagrados y seculares, litúrgicos y lúdicos, en este contexto de religiosidad popular.
Mientras varios continuaban la celebración dentro del parqueo, así como afuera, siguiendo el programa de actividades desarrolladas en el escenario principal, otros se acomodaron lo mejor posible sobre el suelo y aprovecharon para descansar o dormir por un rato, ansiosos todos y a la espera de la beatificación.

Compartidas ya algunas escenas y experiencias vividas durante la Procesión y Vigilia, merece la pena  traer a colación los pensamientos y sentimientos que muchos tienen respecto a Mons. Romero y que en alguna medida son representados a través de tres personas que logré entrevistar. Una seglar y dos religiosos. Ninguno conoció en persona a Mons. Romero, sino a través de lecturas y material audiovisual de sus textos y homilías, o por libros acerca de él. También, por testimonios de gente que sí le conoció. Destaca la mención expresa de lecturas de literatura publicada por la UCA. No obstante esa falta de conocerle personamente, todos a su manera expresaron que el mensaje y la persona de Romero les marcó e impactó, al grado de precisamente, hacerles presentarse para su beatificación como partícipes de un homenaje magno para quien consideran modelo de pastor y santo.

En palabras de la Hna. Guadalupe, franciscana de María Inmaculada, con 48 años de edad y de origen panañemo, Mons. Romero "era un cristiano a cabalidad, un hombre que supo hacer vida el evangelio, en él y en el pueblo salvadoreño". Para ella lo que más destacaba en Mons. Romero era la cercanía que tenia con la gente, ver su episcopado no como un cargo, sino como un servicio, en el que él era un pastor, un hermano de los demás. En el caso de Fray Juan Ramón, hondureño franciscano de la Provincia de Nuestra Señora de Guadalupe, para él, Romero tras su "conversión" por el asesinato de Rutilio Grande, el arzobispo se inserta en el pueblo y siente la llamada de dedicarse a él con mayor radicalidad. Lo que más lo destacó fue su entrega como pastor. Siguió lo que Francisco I diría de ser "pastores con olor a oveja".  Zippy Doll,  directora estadounidense del Ministerio de Enfermos en la Parroquia de St Dominic, en Mobile, Alabama, con 71 años de edad, considera que Mons. Romero fue un hombre valiente, que aprendió a preocuparse por los demás y se atrevió a denunciar en público la injusticia. El sabía que lo podían matar por eso, pero siguió adelante, viviendo y predicando así el evangelio. Su característica principal fue dedicarse a la gente. A todo tipo de personas, él les brindaba su tiempo y atención.

 Para la religiosa, el mensaje que Romero le daría a los salvadoreños ahora, sería de unidad, de una Iglesia como comunidad de fe. Según el religioso, si Romero viviera hoy, llamaría a no tener miedo ante la realidad de violencia que se experimenta en El Salvador y que los salvadoreños sean capaces de denunciar y anunciar, para edificar una paz como fruto de la justicia. De acuerdo a Zippy Doll, Monseñor se dirigiría en la actualidad a los mareros y les diría que vivieran el evangelio y dejaran de matar gente. A todos nos diría que nos amásemos los unos a los otros.

La hermana Guadalupe cree que su orden religiosa, así como la Comisión de Justicia, Paz e Integridad de la Creación, serían instituciones que heredan el espíritu romeriano. Para Fray Juan Ramón, Mons . Gerardi  en Guatemala fue un eco de Mons. Romero por la defensa de los derechos humanos, y en general, en Centroamérica, las instituciones que velan por los derechos humanos estaría siguiendo el legado del arzobispo salvadoreño. Las sra. Doll no pudo mencionar nombres concretos de personas o instituciones, pero considera que dentro de la Iglesia principalmente, se está recibiendo el ejemplo del prelado como una herencia a seguir.

 Según la franciscana, Romero sería una figura controversial para quienes les impacta el evangelio y no quieren vivir  según sus exigencias, pero agregó: "Para quienes seguimos a Jesucristo, es un horizonte inspirador". Fray Juan Ramón opina que en la medida que Romero tocaba a gente de poder, resulta controversial y que eso sucede siempre que exista alguien que señale aspectos y situaciones que cuestionen intereses de algunos grupos y personas. "Mons. Romero fue controversial incluso dentro de la Iglesia, incluso cuando él estaba vivo", expresó Doll. Había gente que estaba parte de los acomodados y les resultaban molestas las palabras de Romero y además, lo tildaban de comunista.

En opinión de la religiosa, Monseñor fue mártir porque defendió con su vida los derechos del pobre. Como profeta, Romero anunciaba y denunciaba de acuerdo a la Palabra de Dios. Como pastor, aprendió con la muerte de sacerdotes que el tenía que seguir su ejemplo y ser pastor capaz de entragar su vida por la justicia. La santidad del prelado no es hacer milagros o estar "de manitas juntas" (rezando), sino la de comprometerse anunciando el evangelio.  Mártir fue Romero, para el el franciscano, porque  la Iglesia ha reconocido su testimonio como martirial. Fue pastor y profeta por acompañar al pueblo hasta ofrecer su vida por él. Un pensamiento similar nos compartió Doll, resaltando su disposición de entrega de su vida por los demás. Como pastor, trataba de hacer sentir a todo tipo de personas cuán importantes eran. "Los profetas del Antiguo Testamento les decían  a la gente cosas que no querían escuchar", señaló. Romero, para ella, fue un instrumento por el cual Dios habló para dar esperanza a quienes lo necesitaban.

El arzobispo ha incidido en la Iglesia salvadoreña según la religiosa fomentando no un cristianismo "devocional" sino comprometido y en lucha por los derechos de las personas. En ella, Romero despierta el coraje y valor de querer vivir como Jesucristo y de acompañar a los demás. Romero sería simbolo de sencillez y de gente de pueblo. De acuerdo al fraile, Romero influyó con su ejemplo para que otros abogaran por lo que luego sería un proceso de paz, para superar el conflicto armado y social. Su figura trasciende los límites de El Salvador y se convierte en latinoamericana e incluso, mundial. Romero provoca en él: "Un espíritu de lucha, de perseverancia, de tener una sensibilidad frente a la realidad". Simboliza el amor y la construcción del Reino de Dios. "Es tan obvio que Mons. Romero ha incidido en los salvadoreños que nadie lo pude negar. La gente lo ama y es muy importante para ellos", opina la sra. Doll. Espera que su beatificación influya en que no se sigan enrolando más en las maras y que se dé menos violencia en El Salvador. A nivel de sentimientos, dice que lo ama, porque tomaba cuidado de los pobres. Romero es importante para ella, porque opina que amó mucho y ella quiere ser como él, siguiendo su ejemplo.

Respecto a si la figura de Mons. Romero se está tergiversando o instrumentalizando, la hermana respondió diciendo: "Lo que no se conoce se puede tergiversar. Pienso que hay que empezar por conocerlo, para no dañar en realidad lo que Dios quiso hacer en él". Fray Juan Ramón, mostrando explícitas reservas de comentar con puntualidad sobre si hay o no instrumentalización y tergiversación de Romero, su pensamiento y obra, afirmó que sí las hay, que existen sectores en la Iglesia y en la sociedad que disienten con la línea de Monseñor y eso genera contradicciones y oposiciones. En su opinión, el centro debería ser el Reino de Dios, no ideologizaciones hacia la derecha o la izquierda. Doll dijo que en realidad ella esperaba que Romero se instrumentalizase, mas no se refería a hacerlo desde una manera ideológica, sino que sus cualidades y mensaje sirvieran para la construcción de un país más pacífico y socialmente mejor.

Concluimos haciendo notar el carácter popular de estos eventos, en que la población juvenil fue la mayoritaría y que tanto en la homilía del Card. Rodríguez Maradiaga, como en los cantos, discursos y entrevistas, se apeló constantemente a la unidad, a superar rencores y el pasado conflictivo y al cese de la violencia que es evidente que no pudo pasar sin ser agendada como punto a señalar. Como figura que responda a este llamado, me atrevo a decir que la virtual totalidad de los concurrentes simpatizantes de Mons. Romero coinciden en representarlo como símbolo que por sus virtudes, pensamiento y líneas de acción, coadyuva a esa cohesión  y paz social por todos deseada.  ¿Será Romero realmente instrumento representacional de unidad en estos momentos para los salvadoreños? ¿Seguirán existiendo sectores extra e intraeclesiales que no se sientan representados en él, a pesar del reconocimiento de Roma sobre su muerte martirial y santidad de vida? ¿De qué manera evolucionarán las diferentes lecturas y apropiaciones que hacen de él izquierdas y derechas? A cada uno nos competerá observar, analizar y responder con nuestra propia opinión. 







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